El concepto de cultura es útil para comprender como se organizan las diferencias y los conflictos en una sociedad, como se construye un orden social, que no necesariamente será homogéneo y coherente. Es imposible considerar una situación de comunicación al margen de las condiciones sociales y culturales en las que se desarrolla.
En el lugar donde usted vive debe haber una plaza principal, allí seguro la gente se reúne, pasea, se encuentra, se producen situaciones de comunicación. Pero no todos pasean de la misma manera, ni a la misma hora, ni por los mismos lugares. Esas diferencias pueden demostrar intereses diferentes, pero también diferentes posiciones sociales.
Todo esto nos lleva a pensar la comunicación desde la cultura. Fueron los antropólogos los primeros en plantear que la cultura es constitutiva de los seres humanos y que, del mismo modo que permite la distinción entre la humanidad y el resto de los seres vivientes, es fuente de diferencia y diversidad. Todos los seres humanos poseen cultura, considerando a la misma como el conjunto de las actividades y producciones de todas las personas que componen una sociedad. Es decir, la cultura como el modo en que viven las personas, con sus valores, sus tradiciones, sus rituales, creencias, objetos y sus modos de usarlos. Las personas viviendo con sus prácticas, rutinas, trabajos, modos de hablar, de vestir y comer, sus fiestas, sus dioses, etc.
Según Raymond Williams, además, al término cultura lo constituyen el conjunto de procesos que generan modos de vida específicos. La cultura es el conjunto de acciones de los miembros de una sociedad que tienen un significado. Estas significaciones no son ideas abstractas sino que se plasman en prácticas de la vida cotidiana y en objetos específicos.
En una sociedad no solo el lenguaje y lo que dicen los medios tiene valor comunicativo, las señas, los gestos, las miradas, las vestimentas importan. Por lo que pensar en la cultura es pensar en la comunicación de valores culturales, de nuestra cultura. Recordemos también que la producción
de significaciones es siempre social y, por lo tanto, atravesada por un conjunto de condicionamientos sociales.
De tal manera, se vuelve necesario pensar la comunicación como parte de esos procesos sociales y culturales con actores, conflictos y situaciones diferentes. Pensarla desde las dinámicas culturales que expresan relaciones de desigualdad, mas allá de las experiencias compartidas por todos, de nuestra identidad como grupo.
Entonces juegan ambos elementos en la constitución cultural de una sociedad, lo común a todos (el amor a la camiseta, el sentirse argentinos) y lo diferente (la explotación de patrones a empleados, del centro al interior, de hombres sobre mujeres). Esas similitudes y diferencias cruzadas constituyen la identidad.
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